Escuchar las formas y los sonidos, percibir el ritmo en el movimiento; una fiesta de colores, juguetes ópticos que suenan y que cantan, ciclos eternos de melodías que se animan, sonidos que se dibujan, dibujos que suenan. Este programa se compone de obras que, como notaciones gráficas o partituras, dan cuenta visualmente de ritmos, armonías y melodías que se traducen en formas, trazos, líneas y puntos. Una invitación sinestésica para que nuestro oído pueda ver y nuestro ojo escuchar.

Del silencio al grito es un programa piensa el silencio desde la cotidianidad de una casa hasta la historia en conflicto de un país. Acá el silencio no es la ausencia del sonido y el grito no es un estruendo ininteligible. Un grito puede ser esclarecedor al tiempo que el silencio podría hacer evidente el exceso de ruido.

La voz tiene dos formas de ser percibida: una como vehículo de significado y la otra como fuente de admiración estética. La primera se refiere a la voz como portadora de un enunciado; el segundo al sonido material de la voz: su timbre, acento, entonación y ritmo. Las cuatro películas que componen este programa son una pulsión que invoca la palabra desde distintas aproximaciones y métodos. Un caracol habla, la voz del viento susurra, las voces de mujeres narran desde la lejanía de un paisaje distante, la voz siendo voz y nada más.

Imagina una voz que susurra y repite cantos, uno tras otro, una nueva voz se une hasta producir un murmullo de voces que cantan o dicen una oración. Si se escucha por mucho tiempo parece que nos salimos del tiempo. Como grillos en la noche, estas voces nos invitan a la oscuridad del sueño o del cielo. La repetición nos saca de nuestro tiempo lineal y nos invita a entrar a uno nuevo. En este programa, nos interesa pensar la realización de las películas de forma análoga a la necesidad de producir rituales. Son posibilidades de comunicación con otros tiempos que abren las posibilidades de la imaginación o son una necesidad de conexión.

Lejos, en la montaña o en el cielo, se escuchan sonidos que provienen de un mundo difícil de asir. Susurros, explosiones, gritos lejanos, un trueno y un ruido ensordecedor. El sonido en esta selección de cortos viene de lugares inciertos, pero de los cuales tenemos la leve impresión de recordar su esencia, como un fantasma del que solo podemos asumir su presencia. Sonidos aliados de la noche, sonidos espectrales que nos atan a mundos sombríos.

¿Qué pasa si levantamos una piedra y nos detenemos a escuchar su huella? ¿Qué dice la piedra y qué dice la huella? ¿De qué más ha sido testigo? Estas películas son rituales de escucha hacia los elementos que nos rodean. Se detienen y observan la forma como los tiempos se solapan sobre una misma situación u elemento. Con la piedra en la mano, sentimos su peso en el presente, el tiempo del que ha sido testigo, y la posibilidad de una acción en el futuro.

Cada vez que la tierra retumba, nuestro cuerpo se estremece con ella. Primero la sensación es sobrecogedora, luego, debemos detenernos a escuchar qué de ese movimiento terrestre quedó impregnado en nuestros de ahora en adelante. Las películas que conforman este programa utilizan elementos que nos permiten experimentar el paso del tiempo de distintas formas. Revelan maneras diversas de ser conscientes de lo extraño de su transcurrir, de los tiempos olvidados, o de la inminente desaparición de alguno.

Recuerda cuando jugabas a lanzar piedras al mar o a una laguna tratando de que estas saltarán como sapitos. Tic…tac…tic. Sonaba y se escuchaba cómo la piedra se hundía en las profundidades. De la piedra, quedaba el rastro de las ondas dibujadas sobre el agua. Por la magnitud de las ondas podíamos imaginar el peso de la piedra y al mismo tiempo su encuentro con un nuevo mundo desconocido. Este programa, es una invitación a ver las transformaciones que ocurren cuando nos detenemos a escuchar aquello que nos rodea. Las películas como las ondas son signos de una magnitud que no podemos abarcar. El mar como un mundo inmenso y oscuro se vuelve metáfora de un portal que hay que transitar para salir transformado ¿Qué pasa cuando nos detenemos a escucharlo.

Melodías desgarradoras emanan de distintos lugares: un coro de muñecos en un espacio oscuro, un himno de cumpleaños un domingo cualquiera, una canción de arrullo en la montaña, la voz de la madre liberando el cuerpo y un tarareo desde la lejanía de un bosque. Las películas de esta selección nos cantan como una forma de conjurar memorias, fantasías, tradiciones, dolores y secretos. Son coros que invocan al fantasma.
